Amor, respeto, empatía, honestidad, aceptación, autonomía, equilibrio e integridad son los valores que la psicóloga María Elena López y la comunicadora social Daniela Violi agruparon en el libro "Crecer con valores", una guía para papás en tiempos que les resultan difíciles a la hora de criar a sus hijos. EL TIEMPO habló con ellas.

¿Por qué escribir un libro sobre cómo enseñar valores?

Pareciera que los valores están pasados de moda, pero en realidad son una brújula, dan unos parámetros, que le dicen a la gente cómo funcionar mejor. Los papás de hoy tenemos muchas inquietudes y dudas sobre lo que está bien o mal, y acudir a los valores ayuda a marcar el norte. El mundo de hoy requiere replantearnos muchas cosas.

¿Por qué?

Es un mundo diferente, con retos diferentes. Formar para el mundo de hoy, que es competitivo, globalizado, lleno de información no es lo mismo. Hoy los niños se relacionan horizontalmente con sus papás, con los profesores, con los adultos, hay más cercanía entre ellos; sabemos más sobre el desarrollo y las emociones de los niños y los adolescentes, y hay roles que han cambiado en la sociedad. Están las redes sociales y los medios de comunicación que nos bombardean de información y exigencias. Todo esto necesita la guía de los valores.

¿Por qué eligieron los ocho valores que están en el libro?

Porque son los que regulan la convivencia. Son fruto de una minuciosa selección que realizamos con base en nuestras investigaciones, estudios, talleres y consultas. Hay valores que ya están incluidos en otros. Por ejemplo, el respeto es una categoría más amplia que incluye la lealtad, la fidelidad y la igualdad. Todos ellos serían insuficientes sin la base del respeto. Eso sucede con muchos otros valores. Los que proponemos son pilares para construir familias felices, funcionales, pacíficas y sobretodo, amorosas.

¿Y el orden en que se presentan tienen alguna intención?

Sí, no está hecho al azar. El primer valor, raíz de todo, es el amor, que sin respeto –el que sigue– no puede prosperar. La empatía –tercer valor– es el ingrediente fundamental para que dos personas logren comunicarse y entenderse en paz. La comunicación, las intenciones, la relación con el mundo deben estar soportadas en la honestidad y transparencia –capítulo cuarto–. Y a pesar y gracias a las diferencias, se debe intentar siempre aceptar y comprender al otro –capítulo quinto–. Nuestro sexto valor es la autonomía, porque asumir nuestra existencia y responsabilizarnos de nuestras decisiones es la actitud positiva y sana para llegar al equilibrio, séptimo valor. El último, la integridad, que como la palabra lo dice, integra todo lo demás, es el ‘pegante’ que logra darle coherencia a nuestra vida.

Se habla de crisis de valores, ¿dónde o cómo se rompió la cadena de enseñanza de los mismos?

Estamos en tiempos de transición, hay mucha confusión y pocas certezas. Hoy se imponen –y se premia– la sagacidad, la competencia, la habilidad para imponerse sobre el otro, entonces hay momentos difíciles para enfrentar y se duda de los valores.

Por eso es importante que cada familia repiense los valores y decida cuáles son importantes para ella, cuáles quiere promover, estimular y practicar.

Siempre se habla de lo vital que es el ejemplo de los padres para que los hijos aprendan los valores.

Cierto, hay que volver la reflexión: si el niño hace algo mal, hay que tener tiempo para mirar por qué lo hizo, mostrarle alternativas, hacerlo pensar en el otro. Por eso el libro trae test, ejercicios y casos hipotético que los padres pueden usar para mostrar situaciones y cómo se actuaría.